martes, 24 de agosto de 2010


Dear Ana:

Perdona mi demora al responder tu carta, pero como acostumbro últimamente, estuve muy desconectada del mundo.
Te extraño demasiado y me alegra recibir noticia tuyas. No creo que sea necesario preguntar como estás porque según leo en tus palabras, tus días no han sido demasiado buenos.
Coincido con vos, estamos viviendo cosas similares: las dos nos vemos gordas, las dos tenemos amistades que se van desvaneciendo con el tiempo y los sucesos, ninguna de las dos tiene un amor de verdad y como por si todo esto fuera poco, las dos tenemos problemas en casa.
¿Sabes que? Te entiendo, y yo también te necesito. Creo que el destino no se equivoco al presentarnos. Somos muy parecidas en ciertos aspectos y eso hace que podamos comprendernos y apoyarnos.
Creo que ese tipo con el que estabas saliendo es muy poco hombre. ¿Quién se cree que es para dejarte así nada más? ¡Y encima cambiarte por otra! Yo se como te sentís al verlo con esa chica, que según vos es linda y delgada. No te lo conté, pero a mi también me está pasando eso. Me gusta un chico (me encanta) y el siempre me dice que me va a comer la boca. Pero yo, yo todas mis amigas, lo vimos besándose con LA chica del pueblo. No tenés una idea de lo que es ella: linda, rubia, de pelo largo, con la ropa de última moda, y por supuesto DELGADA. Entonces, cuando los ves juntos pensás en lo miserable que sos al lado e ella y en que el jamás va a poder compararla con vos ¿Eso sentís? Eso siento.
Deberías tener cuidado con que tipo de hombres te metes Anita. Vos sos diosa, única. No me canso de decírtelo, y esos hombres no tienen porque lastimarte. Vos te mereces un hombre que te quiera de verdad, que te cuide y que te haga sentir bien.
Leo tu carta y me pregunto si en realidad la que escribe sos vos o soy yo. ¿Es posible que nos estén pasando cosas tan iguales? Yo también siento que mis amigas se van y se olvidan de mí. Es que está claro: todos tiene algo más interesante que hacer, y lejos de reprochárselo, se los festejo.
A veces extraño a mis amigas, y a veces las quiero lejos. Y no es porque no las quiere, sino porque no quiero que me vean “rara” y “cambiada”, como dicen ellas, y que me cuestionen por eso. Suele ser insoportable.
Las veo felices, riendo, contentas, tan lejanas a mis miserias, y me sonrío para mis adentros. Me dan ganas de correr y abrazarlas, y llorar con ellas. Pero después vuelvo a ser fuerte y a repetirme que ellas tienen que estar ajenas a todo esto.
Es bastante horrible cuando t sentís cambiada, ignorada. A mi me pasó hace u tiempo, y me dolió en el alma. Mi nueva amiga me dejo a un lado para poner en primera plana a mi mejor amiga de la infancia. Mis celos eran imparables, y mi angustia también. Me volví casi invisible para ambas y sufrí mucho por eso. Pero ahora que el tiempo pasó, terminé aceptándolo y dando por supuesto que ellas se querían mucho y eran felices así. Yo, mientras tanto me idiotizaba frente a una pantallita de pc y seguía inmersa en mi mundo irreal, conociendo gente a la que jamás voy a verle la cara. De esas son mis nuevas amistades, y aunque cueste creerlo, muchas veces son mejores que las amistades reales.
Sigo viviendo mis días. A veces con sonrisas reales, y muchas otras veces con sonrisas inventadas. Me miro en el espejo y pongo cara de asco. Imagino que mi vida pronto va a ser la que quiero: ella exitosa y yo delgada. No me resigno a ser de acá al resto de mis días una fracasada, entonces me prometo que voy a mejorar y que la gorda estúpida y asquerosa que soy hoy, mañana solo será un mal recuerdo del pasado.

Con cariño, Mía.




2 comentarios:

  1. Un mal rekuerdo del pasado, ke constantemente t estará persiguiendo...


    Me gusta el concepto d su blog, es original y expresan a la perfección kosas ke varias chikas stán (o estamos) viviendo...

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar